Seguir mirando, es seguir tomando decisiones y es seguir arbitrando.

 

El arbitraje es una tarea deportiva compleja que requiere de una gran habilidad para la toma de decisiones, indistintamente que se ejerza en cualquiera de las diversas y variadas disciplinas deportivas.

Cuando hablamos de un árbitro o de un equipo arbitral no debería quedar ninguna duda que hablamos de deportistas. Además, se trata de un deportista importante e imprescindible que da oficialidad a las competiciones. Su preparación es fundamental para garantizar el buen desarrollo de cada competición.

 

Según la categoría y orientación de la competición, como pasa con los entrenadores, directores deportivos, psicólogos y familias, su rol también puede tener diferentes funciones principales, educativa-formativa, lúdica, o competitiva, en las que sus funciones deberán ser las de asegurar los valores en el deporte, hacer respetar las normas, y asegurar el buen funcionamiento de la competición, entre otras.

 

Para rendir va a necesitar estar en forma y dominar, como el resto de los deportistas, la técnica (reglamento y su señalización), y la táctica (su interpretación del reglamento y del juego, para anticipar su posición y lo que observar). Pero todo ello no será suficiente. De algún modo será necesario haber trabajado el componente psicológico.

 

Una de las tareas principales que asume un árbitro en su rol, tiene que ver con tomar decisiones constantemente de cierta relevancia. Este es un aspecto cognitivo que mucho tiene que ver con el conocimiento adquirido, la correcta percepción de los estímulos relevantes, y su interpretación, pero sin duda todo ello está condicionado por su estado psicológico de rendimiento. Es decir, de su confianza, de su atención, de su activación, de su motivación, de su sintonía con el resto del equipo arbitral y de su capacidad de gestión emocional.

Más allá de saber entrar y mantenerse en un estado psicológico óptimo de rendimiento, el árbitro además necesita liderar, anticipar y gestionar los estados de ánimo de los participantes.

 

El árbitro es un deportista, una persona sometida a menudo a una gran presión. Por su propio rol, que le requiere tomar decisiones transcendentes para el juego y para los demás participantes, y por los demás, deportistas, entrenadores, y entorno deportivo que tienen intereses particulares a defender y que son conocedores de la transcendencia de conseguir influir en las decisiones arbitrales

 

Así pues, una de las dificultades principales para dirigir un partido es la gestión de la presión ex
terna, que viene de entrenadores, deportistas, público, y podemos añadir la provocada por otros compañeros (trabajar en equipo), federación (saberse evaluado para ascensos, por ejemplo), etc. Y otra de estas dificultades es la gestión de la presión generada por la presión interna: Que tiene que ver con las interpretaciones de la propia habilidad, y con relación a la dificultad ante la que uno valora que se enfrenta.

 

Pero en realidad la gestión emocional, aunque muy importante, es solo un requisito previo para poder realizar un buen arbitraje. Es decir, todas las variables psicológicas están relacionadas; sin una buena confianza será difícil gestionar adecuadamente las expectativas de éxito ante una tarea, y el estrés percibido será mayor, sin una buena comunicación con los compañeros será más difícil realizar una buena coordinación en pista, o acomodación emocional ante un error. Ahora bien, la clave en el arbitraje está en el foco de atención.

 

La tarea principal del árbitro es tomar decisiones, y necesita ver lo que pasa. Antes de poder interpretar necesita ver, percibir.

 

En el proceso de la toma de decisiones, hay un trabajo previo de adquisición de conocimientos que permitirán al árbitro saber que ver, cuales son los estímulos relevantes a los que debe estar atento, y en qué momento. La anticipación es fundamental. Para ello es necesario prepararse, conociendo el deporte, la categoría, la competición y los participantes. Saber que ver y desde dónde. Una buena localización y llegar a tiempo es clave (aquí interviene la interpretación táctica y la coordinación entre compañeros). La actitud de aprender constantemente será necesaria para una larga vida profesional en el arbitraje.

 

La percepción es el aspecto nuclear en la toma de decisiones por muchos motivos. Le permitirá interpretar, según el reglamento y el momento del juego, lo que está pasando, pudiendo tomar las decisiones más adecuadas o con el máximo de información disponible. A más información relevante más fácil poder tomar decisiones acertadas.

 

Otro gran motivo por el que la atención es clave en el arbitraje tiene que ver con ser una solución en sí misma. La gestión emocional, la gestión de los agentes estresores internos y externos es importante para estar ajustado y poder atender a los estímulos relevantes. El árbitro necesita estar “presente” en todo momento, requiere estar procesando la información relevante en cada jugada, no se puede permitir estar revisando mentalmente la anterior jugada, errada o no, y evidentemente no tiene demasiado sentido proyectarse hacia el final del partido, pensando en las consecuencias de lo que decide. Cada jugada requiere de su atención, y enfocarse en esos estímulos que le permitan tomar la decisión más adecuada, es la mejor manera para no “estar” en la jugada anterior o en sus consecuencias.

 

Qué, Cómo, Dónde y Cuando ver son las preguntas que nos pueden hacer volver o mantenernos en la jugada. Así pues, seguir arbitrando la siguiente jugada es la mejor forma de seguir estando en el partido. Para ello, el foco clave está en “seguir viendo, para seguir tomando decisiones, … Seguir pitando”.